La crisis del pequeño comercio se convierte en epidemia

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El tejido comercial de pequeñas tiendas se deshilacha. Inmerso en una crisis que no acaba, el sector no para de encadenar malos resultados a pesar de la mejora de la economía nacional. En 2017 desaparecieron 16.500 pequeños comercios en España. En 2018 fueron alrededor de 11.000. Y en 2019, solo hasta septiembre, tuvieron que echar el cierre 15.000 (50 al día), según los datos estadísticos de la Seguridad Social. España ha perdido desde 2015, 55.000 pequeños establecimientos (negocios con menos de cinco trabajadores asalariados), epígrafe que incluye mayoritariamente al pequeño comercio tradicional y, en menor medida, a modestos negocios de distribución y pequeños talleres de reparación de vehículos.

En 2017 desaparecieron 16.500 pequeños comercios en España. En 2018 fueron alrededor de 11.000. Y en 2019, solo hasta septiembre, tuvieron que echar el cierre 15.000 (50 al día)

Esta epidemia de cierres ha supuesto la desaparición de 60.000 puestos de trabajo, la mayoría autónomos. «El comercio tiene una crisis estructural, que fue anterior a la recesión económica, y que se tiene que atajar con una adecuada modernización del sector», explica la vicepresidenta ejecutiva de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), Celia Ferrero. «Hay que tener en cuenta que hablar de pequeño comercio no solo es hablar de economía y de empleo, es mucho más, es hablar de una actividad con gran impacto social y urbanístico, decisiva para mantener vivos los cascos urbanos y esencial, por ejemplo, para luchar contra la despoblación», añade. La representante de los autónomos aboga por la simplificación de competencias ahora repartidas en un tejido burocrático de ayuntamientos, autonomías y ministerios. Ferrero también pide que las cámaras de comercio se impliquen más, porque «deberían volcar gran parte de sus recursos y esfuerzos en el pequeño comercio, dada la situación en la que se encuentra».

Por su parte, Pedro Campo, presidente de la Confederación Española de Comercio (CEC), denuncia la liberación que comenzó hace casi 10 años y demanda que se reviertan sus efectos, por ejemplo, regulando de nuevo el período de rebajas. Según Campo, «el sector del pequeño comercio debe ser considerado estratégico, para movilizar ayudas públicas suficientes que permitan acometer su reconversión y modernización», y señala la necesidad de que toda tienda tenga su homóloga digital «a la que el empresario preste la misma atención que a la tienda física, que se mantenga actualizada y con el máximo atractivo».

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